Añorando los tiempos de Cyrano

ESCRITOS A LA CARTA

Palabras propuestas:

-Tetas
-Culo
-Cyrano
-Follar
-Pimpollo
-Recia
-Rasuradita


Tiempo:
1 hora



El texto era el siguiente:

“Ayer me preguntaste que qué era lo que más me gustaba de ti. No te contesté porque estaba ocupado mirándote las tetas. Pues lo que más me gusta, para ser sincero, es ese culo pimpollo que tienes, que lo meneas para todas partes y me hace ponerme brutísimo. Luego, claro está, esas tetas bien puestas, que te arrancaba a mordiscos yo la camiseta por verlas. Y, además, la imaginación me juega malas pasadas, porque te imagino de las rasuraditas con una línea recortada y poco mas. Debo reconocer que eres guapa, porque tu boca se muerde bien y sabes ponerme caras lascivas. Pero en los ojos, la verdad, no me he fijado. Como me molas no quiero que empecemos con mal pie, así que soy directo. Tengo muchas ganas de follar contigo y sólo pienso en eso cuando nos vemos. Un beso con mogollón de lengua”.


Su amigo miró las palabras. Le miró a él, que esgrimía una sonrisa goteante de orgullo y volvió los ojos al papel.

- ¿Qué te parece? ¿Puedes hacer algo?
- ¿De verdad que eso es todo lo que se te pasa por la cabeza cuando la miras?
- ¿PUEDES O NO?
- Vale. Sí, dame una hora.
- ¡Pero no quiero que cambies el sentido! No quiero movidas ni malentendidos. Que luego no quiero romanticonadas en la cama. Directo, por favor.


A la hora, el texto era el siguiente:

“Ayer me preguntaste qué era aquello que me deslumbraba de ti hasta el punto de parecer fuera del mundo cuando estoy a tu lado. Y me hubiera gustado contestarte algún lugar común repleto de linduras, pero lo cierto es que vivo sometido a la dictadura de tus relieves desde que te conozco. Cada leve curvatura tuya hace que me encienda como una brasa inabarcable. Me calcina el ritmo que tu espalda impone a los lugares de tus piernas. Caminas hilvanando sortilegios, insinuándote a las aceras, pervirtiendo a las vallas. Reconozco que me excita verte caminar. Veo tus pechos grávidos que persisten en retarme, en susurrarme quereres y hablándome al oído: “Tápanos, apriétanos, bébenos, pellízcanos”. Da la sensación de que tu ropa y tu piel apenas supieran convivir, y de que el suelo de cada estancia en la que pasamos un rato tuviera sed de prendas y tú ganas de prescindir de ellas. Brindo mi boca para tal servicio. Fantaseo con recorrerte los muslos suavemente mordidos, y lamerte los lugares prohibidos que te hagan temblar entre mis brazos. Fantaseo con descubrirme cuidador del recinto que tú prefieras. Cualquier lugar de tu cuerpo me vale para perderme reinventando el vocablo de la caricia. Quiero pronunciarte en los labios. Pero no te engaño. A veces me gusta perderme y ponerte en situación de usar lenguaje de amantes, de palabras preñadas de falta de resuello contra una pared. No soy capaz de recordar, en este estado de cosas, ni tan siquiera el color de tus ojos. Me aterra la posibilidad de mirarte y que me leas por dentro este deseo de llevarte en volandas a un rincón de mi cama. Quiero ser sincero. Desde hace días, me habitan unas ganas incontenibles de verterme en ti. De surcarte la quebrada de manantiales secretos. De olvidar el nombre de las cosas y descubrirlas con las yemas de los dedos. Me habitan ganas de tenernos. Besos plagados de humedades."


Él ni la leyó. Suspiró un “¡Mujeres!” y le dio una palmada en la espalda a su escribiente.

- Gracias, macho. A ver si hay suerte.

Y él se quedó allí, añorando los tiempos de Cyrano, cuando uno había de hacer estas mismas cosas, pero al menos se vestía un elegante sombrero con penacho y se desenvainaba una espada recia al más mínimo requiebro…

Comentarios

Belén Peralta ha dicho que…
Jooooderrrr, vaya maestría... Qué manera tan absolutamente maestra de darle la vuelta a un texto.

..."Vivo sometido a la dictadura de tus relieves desde que te conozco".

"Me calcina el ritmo que tu espalda impone a los lugares de tus piernas".

"De surcarte la quebrada de manantiales secretos. De olvidar el nombre de las cosas y descubrirlas con las yemas de los dedos".

Varias de las tantas frases geniales que me he encontrado en este texto maravilloso.

Y qué bonito recuperar el espíritu de aquellos que escribimos para otros (sí, porque a mí también me ha pasado...)

Enhorabuena.

B.

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