Besos golpe, miradas rasguño y aliento garabato...


Torpe que soy se me caen las palabritas y solo te puedo hacer llegar mis manos como quien envía cartas luminosas de paisajes y amapolas y nostalgias. Me prendo de tu brazo yo pequeño niño que da cortos pasitos, y me choco con todo lo que no eres tú porque lo que no eres tú me pierde me asusta me engaña. Me agarro con mi dedo meñique a tu alma meñique y paseamos nuestro amor barquito de papel por los regueros de los bordes de las aceras y lo salvamos de la alcantarilla a apenas dos palmos y reímos como si no supiéramos que siempre son dos palmos los que nos salvan y separan del desastre. Yo te acaricio como si tuviera las manos envueltas en trapos mojados, qué torpe que soy que te doy besos golpe y miradas rasguño y aliento garabato. Te acaricio niño inexperto aunque no esté en edad de ser inculto de mujeres que pretenden. Me traiciona mi tonto caballo a galope corazón y después de un beso golpe me falta mi aire que te he dado y no he querido respirar más por si te da por irte, para qué un más. Te miro a tus ojos de pestañas estambres y gestos pistilos y me mareo y busco despistar mi peonza compostura descolgándome más abajo justo en el sitio entre tu labio amanece y tu labio atardece. Pero no sé hacer eso de quedarme donde estoy cuando me pierdo y al mirarte me pierdo y voy hacia ti por más que meta piedritas en los bolsillos o me ate alrededor cordeles de cometa. Me pierdo a tu boca faro para náufragos y cierro mis ventanucos luciérnaga solo para ti hasta que pasas y llega la mañana y la luz y siento que te vas de mi lado como una marea que baja y que se entretiene de arenas entre unas piernas y no se agarra no se agarra se escapa dejando un alga coloreada de cascabeles entre tu dedo índice y tu palma mojada. Te vas por eso luego me lastimo con esta vida esquina y me luzco por la calle y me paseo un poco como viejo capitel escombro ignorando su ruina. Pongo un pie delante y otro atrás y llamo andar a esa forma de fugarse de mis pies espantapájaro. Me acurruco en el banco de un parque a practicar intemperie y espero espero espero por si llegas. Tal vez cuando vengas con tus dedos llamita y me crepiten en el lomo tus manos mariposa sonría y ría con boca de niño que nunca supo de la existencia de la mentira.

Comentarios

Fauve, la petite sauvage ha dicho que…
Qué requetelindo, la infancia recobrada y revivida tal cual, un niño no podría saber que es eso, así, lo que siente.

Y esos adjetivos me han gustado tanto como caramelos de cocacola, bolsitas de refrescos, regaliz o palodú.

Y he recordado.

Qué requetelindo.

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