el hombre discreto
Retengo
con exquisita paciencia
los detalles
que me
definieron.
La mirada inabarcable ante el árbol
Aroma a frío
El perfil de la hierba
Recurrente, La Pesadilla
(el
esqueleto abierto,
diseccionado,
de
un perro)
Una caricia. Esa en particular.
La primera imagen de mujer desnuda, alumbrada por ella
misma.
Mi pelambre miedo.
La caricia automática.
La mirada mordida.
La impaciencia por que me descubrieran.
El cielo nocturno como misterio
El horror a ser descubierto.
El sexo adormecido.
La génesis de esta soledad cañaveral.
La certeza de ser el hombre discreto.
La gramática del abandono.
Mi perdido patio de juegos.
El arrecife postergado del dolor.
La aritmética completa de la renuncia.
Mi verde ausencia de mí mismo.
Mi cuerpo andando andando andando
Pero yo quieto.
Pero yo quieto.
Comentarios
que no incandescente
que es caricia
experta
desierta
bajo la piel
de lo aparente
atravesando la voz punzante
el zarpazo de lo tácito
atónito
asíncrono
atomizado
de lo bello
en lo inconexo
[más propio de Feynman que de Hawking
destilando bohemia
a deshora
gravitando en las respuestas
que anidan en mi ombligo
y tú,
de vez en cuando, miras
acaso la selva que me contiene
o que mi cuerpo, trémulo, titila
who knows
y yo,
qué sé yo
je ne sais quoi
je ne sais pas
hoy (...).