Combatir la soledad de los columpios


Es para combatir la soledad de los columpios por lo que engendran las mujeres.
Por tus manos, hay Rodin.
Para el disfrute del tendedero, se convocaron las tormentas.
El perro tiritaba de frío hasta que se improvisó la fidelidad.
Los lienzos, excusas para saciar la sed de color de las paletas de Chagall.
Para que Paul Newman paseara mujeres, se proyectaron las bicicletas.
La ventana, para albergar un cierto aroma a Audrey.
El castillo de arena pidió playas y agua oleando para erigirse siempre distinto.
El viento es invento del molino de papel.
El pupitre sólo vino a ser tatuado de amores por el chico de la última fila.
Para ahuyentar la melancolía de los violonchelos, asomó la música.
El tiempo existe para entender a Cortázar.
El sauce. El ciprés. Abonados con el invento de la tristeza.
Hubo que retrasar los trenes en las estaciones para que acontecieran los crucigramas.
El frigorífico existió para aprender yo a pronunciar la erre cuando era crío.
Para entender tus hombros, se pensó la belleza.
Y la tabla del ocho para el orgullo de un padre hacia su hijo.
De hermoso que era el término capirote, urgió poner un loco debajo que lo sostuviera.
Para el delirio de los niños, se instituyeron los burros con orejas de pelambre.
Pero los niños son sólo los juguetes de sus peluches.
Con una sola peca se garantizó la concepción de la comisura de los labios y,

en definitiva,

estoy convencido de que es el olor a pan recién hecho de cada mañana el que hace amanecer los días…

Comentarios

Belén Peralta ha dicho que…
Por favor, por favor, nunca deje de escribir así.

Qué maravilla y qué maravillosas frases, aunque me quedo -probablemente porque soy madre- con la que abre este magnífico texto.

Qué suerte haber aterrizado en su blog, Orquesta.

Popular Posts