Elogio de la ternura


Esta mañana me levanté y yo no estaba allí.
Las sábanas guardaban mi forma, más celosas de mí de lo que ha sido nunca ninguna mujer.
Yo era el molde de mi cama.
La luz ejercía palidez con la elegancia habitual. Y en la pared mi sombra parecía ausente, pero sana.
Fuera, los ruidos que definen una mañana cualquiera y única.
Un cuadro mirándome distinto, como todos los cuadros que lo son.
Leves partículas de polvo que pesan más que yo.
Zapatos, pantalones arrugados, camisa por los suelos.
En la habitación reina el desasosiego precioso de una noche con encuentros.
Calcetines y calzoncillos en la esquina designada como “no me apetece ir al cesto del baño”. Aunque el número de prendas delata que han sido varias esas noches.
El libro con la página marcada en la palabra intacta del sueño, antesdeayer tarde, cuando mis párpados se desvincularon de mi cerebro.
La almohada, en el suelo, como en las buenas noches.
El despertador perfecto porque no hay tal.
Todo.

Pero yo no.
Todo existía pese a mí.

Intento hacer memoria de mi inexistencia.
Por qué yo no.
Ayer noche.

Te me apareces al instante.
Me inunda esa memoria certera tras los besos.
Ayer, tu cuerpo de harina se deshizo entre mis manos.
Ayer, tu aliento de campana me dejó incapaz para la vida.
Ayer, tus dedos zeppelines me volaron allá tan lejos de mí.

Rememoro la noche con afán de coleccionista.
Reinventé mis labios para ella, y fui osamenta de sus brasas.
Traté su piel como un papiro antiguo.
Parecía haber nacido de mis manos.
Algo extraordinario e inabarcable.
Un viento preñado. Una tormenta encubierta.

Me toco la cara.
Tengo el rostro tirante y el cuello enrojecido.
Esas mañanas después del amor, uno tiene textura de arena de playa.
Una arcilla minúscula.

Pero todo empezó antes.
Una cena
Le serví la copa de vino.
Lo justo para que me mire más guapo de lo que soy.
Comí discretamente sus risas para no asustarla.
Tan bonita era que me asaltaban vocablos hermosos y desconocidos mientras charlábamos.
Dije remembranzas en vez de recuerdos.
Dije hogaño en lugar de hoy día.
Dije destello. Y perenne. No sé. Palabras raras.
Hice, en suma, un tierno ridículo, que viene siendo una buena definición del juego del amor.
La música se me hizo eterna porque no estaba a su altura.
Sus ojos, mediada la noche, eran ya chimenea…
Creo que fui yo el que se decidió por pretender su peso encima de mí.
Y creo que fue ella quien me dejó pretenderlo.
Prescindí de su ropa a y ella hizo de la mía una verdad algo superflua.

Y ya tus labios con un galope lejano.
Y mi beso mínimo de no abarcarte.
Y tu caricia de saliva incalculable.

Yo, contemplé tu cuerpo
Yo, que tengo la ternura agostada de tanto renegar de ella.
Que soy incapaz de distinguir entre lo que creo y lo que destruyo.
Yo, que lloro como un crío ante las cosas bellas.
Yo estuve allí.
Yo creé el fuego.
Inventé la ternura.
Rehice el nudo.

Y te abracé tanto, amor…

Y creo que eso fue lo que pasó.
Que juntos conseguimos hacer un sinónimo de la noche.
E inventamos el sonido de una lluvia.
Y nos quedamos como quien oye llover.
Escuchando con mucho cuidado, despiertos.
Te metiste en el dobladillo de mi pantalón.
Descubriste el bolsillo secreto de un crío.
Sus tesoritos.
Me robaste las canicas.
Me perdiste los cromos.
Y ahora nada tiene sentido.
Y ya no te espero, aunque te vaya a esperar.
Porque hay caminos que en los que no se puede dar la vuelta.
Y tú eres el mío.
Me declaraste fuego.
Incendio de mí.

Hoy me levanto y mis pies son cadáveres de ballenas.
Y creo que no me importa demasiado.
Ni tan siquiera me importa no estar yo aquí.
Qué sentido tendría, si el problema es otro.

Si el problema es que esta mañana me levanté y tú no estabas allí.

Comentarios

Fauve, la petite sauvage ha dicho que…
¿Que no estaba? ¡Menuda idiota!

Qué de belleza "en noventa minutos". O los que fueran. Quizás una eternidad que salió en ese momento de tiempo a letras.

Magnífico.

Será porque no me gusta la poesía pero sí la belleza, no sé.

Saludos.
Anónimo ha dicho que…
!SOBERBIO!

Sencillamente, Maravilloso.

Ginazul
Jose ha dicho que…
Que sepas, que me he tenido que pelear con estos rollos virtuales de los correos para entrar a hacerte un comentario. Tómate el esfuerzo como buen halago, será que la lectura ha valido la pena.

Fauve dice que no le gusta la poesía pero sí la belleza. A mí me pasa un poco lo mismo, aunque escribo poesía, malamente, por el simple encuentro insospechado con la belleza. Algunas poesías tienen belleza y otras no. Me gusta tu forma de mirar las cosas. Un buen descubrimiento tu blog

Un saludo

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